Segundo lugar nacional de Remo bajo techo Ocho años después de la cirugía. |
26 de Febrero.- Cumplí 8 años de aprender a caminar por segunda ocasión, o quizás tercera.
VIDEO: Primeros pasos después de la cirugía
Mi mamá me contó la anécdota de mis primeros pasos. Recuerda que yo tenía aproximadamente 10 meses de edad cuando comencé a dar mis primeros pasos.
Tenía una andadera para bebés, esas andaderas con llantitas en la base. Como ya he mencionado en otras entradas del Blog, siempre fui alta... entonces, como han de imaginar, esa andadera para bebés me quedaba chica. Éste fue el motivo por el que decidí dejar la andadera.
Así es, me acercaba a un sillón de la sala, colocaba mis bracitos sobre el asiento, me impulsaba hacia arriba y con los pies pateaba la andadera. Cuando la andadera quedaba retirada emprendía mi descenso para poner mis pies sobre el suelo y apoyada con el sillón dí mis primeros pasos firmes...
Mi mamá me platica que así comenzaron mis primeros pasos, apoyándome y recorriendo las orillas de cada mueble de la casa, poco a poco. Pero un día me caí y ya no quise continuar mi marcha de pequeños pasos.
Pasaron aproximadamente 3 meses para que continuara con mis pequeñitas caminatas, pero las más importantes para el ser humano por una razón: Aprender a moverse.
No importa si hemos nacido sin un pie o ambos, sin una pierna o ambas, sin sensibilidad en nuestras piernas. Pese a ello, el ser humano tiene éste instinto de moverse. Y ése instinto es lo que llevaremos cada momento de nuestra vida.
Movernos.
Cuando nos quedamos quietos podemos tomarlo como una oportunidad para meditar sobre nosotros mismos, para mirar a nuestro alrededor y prestar atención a los detalles que en ruido y movimiento lo dejamos a nuestro inconsciente.
Pero no todo el tiempo permaneceremos quietos, estos momentos de quietud llegan de vez en cuando y en ocasiones nosotros mismos buscamos esos momentos porque lo necesitamos.
Y, cuando esos momentos de quietud son largos pueden tener un aroma de eternidad, podemos estar en cama sin poder levantarnos, y es cuando necesitamos entender que nuestro cuerpo requiere reposo .
***Traducción de Reposo: Tiempo que le regalamos al cuerpo para recuperarse, para cuidarlo, apapacharlo, escucharlo... Quererlo.
A través de diferentes testimonios de personas que han afrontado el cáncer, hemos escuchado que aprendieron a valorar los detalles de la vida.
Y así es, esos detalles que algunas personas no prestaban atención y otras más que los dejamos en el pasado o en segundo término. Detalles...El amor y apreciación a detalles como el canto de un ave, como escuchar el sonido del viento y colocarnos entre él para sentir su oleada en nuestra cara, los diálogos entre las ramas de un árbol, el ruido del agua corriendo en un río, los movimientos suaves de las nubes, el color de cada flor que vemos en nuestro camino, el aroma de un fruta recién cortada del árbol, contemplar un paisaje desde las alturas... aprendemos a disfrutar de las risas de pequeñas nenitas que danzan por la casa dejando a su paso las huellas de su presencia, observamos las risas espontáneas de las personas que amamos, grabamos en nuestra memoria sus gestos, sus líneas de expresión alrededor de sus miradas, el tiempo pasa lento y suave cuando acarician tu cabeza... momentos quietos y silenciosos donde vemos la vida pasar.
Y no, ver la vida pasar no significa que te estás perdiendo de tu vida, esa vida que sin cáncer estarías viviendo, esa vida que tus contemporáneos están viviendo. Absolutamente NO te estás perdiendo de tu vida, la estás viviendo.
En esa quietud, en esos momentos sin movimiento lo estás viviendo, y cada lucecita la llevarás contigo en los próximos alientos de tu vida.
***Para recordar, "Lucecitas" son esos aprendizajes que cambian nuestra manera de ver, pensar, sentir, comprender.
Pero, ¿Qué pasa cuando volvemos al movimiento?
Ocho años después de mi tercera caminata en la vida he vuelto a lo que me gusta. Y eso es el movimiento, la explosión en tu cuerpo para realizar movimientos y transformar tu energía e impulsos inquietos en acciones: Eso es el deporte.
Y no hablo de volleyball, me quedó muy claro que no puedo jugar volleyball.
Ok...Admito que aún tengo mi balón y en algunas ocasiones he jugado con mi balón, ¡claro! sin saltar ni correr.
Ok... acepto que mi pierna no biónica acciona un ligero salto, pero nada que pueda lastimar la otra pierna, la pierna biónica.
Pero por ahora me refiero a Remo.
Ocho años después y los celebré en mi segunda competencia Nacional en Remo Bajo Techo.
Desde hace 7 meses estuve parcialmente quieta. Dejé de practicar Remo, mi vida volvió a cambiar. De pronto me encontré en un momento donde mi vida comenzó a perder. Y cuando digo perder no me refiero a rendirme, aunque tengo el derecho de hacerlo, tampoco me refiero al hecho de hundirme y dejar de "Luchar", no me gusta utilizar ésta palabra por ello la coloco entre comillas...
Cuando hablo de perder me refiero justo y sencillamente a eso: perder.
Desde hace 7 meses estuve parcialmente quieta. Dejé de practicar Remo, mi vida volvió a cambiar. De pronto me encontré en un momento donde mi vida comenzó a perder. Y cuando digo perder no me refiero a rendirme, aunque tengo el derecho de hacerlo, tampoco me refiero al hecho de hundirme y dejar de "Luchar", no me gusta utilizar ésta palabra por ello la coloco entre comillas...
Cuando hablo de perder me refiero justo y sencillamente a eso: perder.
Elementos de mi vida se desvanecieron, se fueron, cada área de mi vida se desvaneció... y entonces, cuando la vida me sobrepasó dejé de remar.
Y hoy, con dos meses de entrenamiento en casa y algunos días de remar en ergo, decidí competir. Decidí que era momento de hacerlo, aún vacía...aún con ausencias, aún doliente, incluso con una sensación de soledad.
Durante la competencia no veía los rostros que esperaba ver.
Calentamos, previo a esos minutos de adrenalina, de dar todo por el todo, de expulsar cada densidad de quietud. Esos minutos previos para preparar tu cuerpo, afinar los detalles adecuados de mi rodillera la cual protegería mi pierna de alguna otra lesión, y por último preparar tu mente. Calentamos.
Y entonces la Juez se acercó, preguntó mi nombre y me indicó que era momento de pasar a mi lugar de competencia.
Me puse de pie, caminé hacia mi posición.
Carril número 8.
Tomé asiento, y comencé a observar... a mi izquierda, a unos cuantos metros estaba una juez, un grupo de jóvenes que habían competido justo antes de mi turno, otro grupo de chicas quienes hace unos minutos habían subido al podium de premiación.
Al fondo estaba la pantalla donde se visualizan digitalmente las posiciones de cada competidor, en ella podías ver los carriles de competencia y sus respectivos barquitos que van avanzado conforme vamos remando.
Al frente estaba una mesa con hojas blancas, con el programa del evento supongo, una laptop y el narrador...
Detrás del narrador estaban las gradas donde los acompañantes de los competidores animaban, gritaban, sonreían orgullosos, vivían la emoción expulsando gritos y algunos exaltaban sus miradas intercalándolas entre la pantalla y sus competidores.
Y detrás de cada competidor una silla, una silla en la que tomaba asiento una persona. Una persona que vería tu avance, tus remadas, tus tiempos, una persona que durante esos breves minutos sería tu guía.
El detalle fue que en las gradas no veía ningún rostro conocido, y dentrás de mí la silla estaba vacía.
De pronto sentí un vacío, algo caía dentro de mí, de mi pecho a mi estómago.
Mientras el momento se acercaba.
Estaba en posición para iniciar la competencia. Mis pies estaban en su posición, bien atados por supuesto. Mi cuerpo un poco tenso y nervioso, mi mente indicándome respirar suave y despacio. Pero el vacío estaba ahí.
Mientras el momento se acercaba.
Estaba en posición para iniciar la competencia. Mis pies estaban en su posición, bien atados por supuesto. Mi cuerpo un poco tenso y nervioso, mi mente indicándome respirar suave y despacio. Pero el vacío estaba ahí.
Entonces, la entrenadora envió a un chico a esa silla vacía. Pese a que él tomó asiento se sentía vacía. Frente a mi otro chico que también me guiaría, también desconocido.
Y el vacío seguía ahí... y entonces comenzó. Las tres palabras que elevan tu adrenalina como si estuvieras subiendo una montaña rusa...cuando el carrito comienza a disminuir su velocidad estando en el punto máximo de altura... moviéndose despacio y preparándose para caer... caer a toda velocidad.
- Ready?
- Attention...
- Go!
¡Go!
Y entonces remé.
Fue eterno, escuché a lo lejos al narrador:
- ¡Primeros 100 metros!
¡No!
¿100 metros? me faltaban 400 metros... ¿Y apenas había avanzado 100 metros?
Continué remando, pero las fuerzas comenzaron a escasear... y las ausencias comenzaron a hacerse presentes.
Exacto, las personas ausentes estaban en casa, estaban de paseo, estaban de fiesta con amigos, estaban en casa cuidando a una hermana, estaban con su familia, estaban con su hijo, y otras cuatro personas ausentes. Cuatro personas que su ausencia duele.
Y aún ausentes, presentes en sus destinos pero ausentes en el mio... comenzaron a estar presentes en mi mente. Quizás un poco molesta porque yo estaba sola con dos desconocidos frente a mi y detrás de mi, uno me guiaba y otro en silencio... escuchaba los gritos de ambos grupos a mi izquierda, los gritos de las personas en las gradas, los gritos de la entrenadora animando a cada competidor, los gritos de las personas en la silla, las exclamaciones del narrador... Ninguno de esos gritos eran de las personas ausentes.
Y entonces ese vacío que sentí dentro de mi comenzó a salir, mi cuerpo ya no podía más... quería dejar la competencia, pero esos vacíos gritaban. Salían en forma de gritos. Y entonces el vacío se extinguió, entonces sentí que podía remar y remar hasta terminar y que aquellas personas presentes en su sitio donde debían estar podían estar en mi mente. Ahí estaban, no escuché sus gritos ni tampoco vi sus rostros, pero estaban.
- ¡Carril 8 y carril 9 pelean por el segundo lugar!- gritaba el narrador.
¡Demonios! Alguno de esos carriles soy yo, pero no puedo pensar cuál soy yo... no me interesa en qué lugar estoy. Sólo quiero terminar. Sólo quiero que acabe pronto, quiero terminar sin abandonar.
Quiero hacerlo hoy, hoy que puedo, quiero y siento.
Hoy que existe y no un mañana que se desvanece.
Y entonces, entre gritos y exclamaciones, y una remada más, terminé.
Un centésima después el carril 9 terminó.
Y yo, carril 8 ¡Con una centésima de diferencia! terminé en segundo lugar.
Mi pierna, aún con mi rodillera estaba cansada o quizás mi cuerpo estaba cansado.
Quería desatar mi pie y bajarla, debía continuar en movimiento y disminuirlo poco a poco para evitar cualquier descompensación. Pero me quedé quieta.
Respirando aun con velocidad, sin pausas largas, con mis hombros y brazos caídos... sin vacío, sin escuchar esa voz o sin ver esos rostros conocidos compartiendo mi emoción.
De pronto mi entrenadora se acercó, me vió quieta, me rodeó con sus brazos y me apoyó en ella para reincorporarme y recuperar aliento... Y entonces sentí y vi un rostro conocido, escuché una felicitación... y si, lloré.
Un llanto de satisfacción, un llanto liberador, lágrimas que terminaban de expulsar el último aliento de vacío.
La calma llegó, la respiración se normalizó, y mi mente se calmó.
Las ausencias dejaron de doler, las personas ausentes estaban en su destino y al finalizar el día compartiría mi destino vivido.
VIDEO: Competencia Remo Bajo Techo 2017
VIDEO: Competencia Remo Bajo Techo 2017
Llegué a casa, hubo silencios.
Al día siguiente, con el equilibrio necesario entre nosotros, compartí mis videos y fotos del evento...un recuerdo que puedes revivir una y otra vez, un recuerdo donde puedes detener el tiempo, puedes regresar al momento que deseas... puedes hacerlos presentes en tu destino.
Y así fue.
Compartimos nuestra emoción y sentir. Vimos cada detalle, deteniendo y regresando el tiempo... disfrutando de un hecho pasado viéndolo en un presente.
Y así comprendí que nuestros momentos, nuestras historias las vivimos como son, y en algún momento cercano o lejano se convertirán en un "Pasado presente" tal como una estrella. Contemplamos su brillo aún en su ausencia.
¿Han escuchado que las estrellas, en realidad, han muerto hace millones de años?
Compartimos nuestra emoción y sentir. Vimos cada detalle, deteniendo y regresando el tiempo... disfrutando de un hecho pasado viéndolo en un presente.
Medalla de Segundo Lugar. |
REMEPAC Mi equipo |
¿Han escuchado que las estrellas, en realidad, han muerto hace millones de años?
Pero aún vemos su brillo, ¿No?
Las estrellas, aunque estén ausentes... su brillo sigue en nuestro presente.
Cada que miramos al cielo en cada noche, vemos su brillo.
Pero ignoramos que están ausentes, y así las ausencias desaparecen.
Mientras que el brillo aparece.
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