19 de Febrero, 2009
El tumor en mi pierna (fémur izquierdo para ser precisos) medía aproximadamente 10 cm, era tan grande que conectaba con las arterias. Realizar la cirugía a estas alturas no era una buena opción, el tumor tenía que reducir para dejar libre las arterias.
Y con las quimioterapias el tumor pudo reducir lo suficiente como para retirarlo sin afectar las arterias... o eso era lo que se esperaba.
La cirugía duró aproximadamente 8 horas.
(Una cirugía en la pierna no debe sobrepasar las 9 horas, o al menos eso leí en algún lugar)
(Una cirugía en la pierna no debe sobrepasar las 9 horas, o al menos eso leí en algún lugar)
Recuerdo que un día antes me entregaron un consentimiento informado.
En él yo autorizaba la amputación en caso de ser necesario.
Aunque el objetivo de la cirugía era retirar la sección donde estaba el tumor y colocar la prótesis, existía la posibilidad de un margen de error.
La Dra. Cario me explicó que el plan de la cirugía estaba basado en los estudios de imagen realizados, como la tomografía. Sin embargo, no tenían la certeza de saber qué encontrarían al abrir los tejidos.
No dudé, era una de esas decisiones que transforman tu vida. Esas decisiones que jamás olvidas. Yo debía firmar, estaba a unas semanas de cumplir 20 años. Yo decidía sobre mi cuerpo y mi salud. Un día antes de la cirugía.
No tuve oportunidad de despedirme de mi pierna. Dos meses antes había estado internada para mi cirugía. Pero en la aduana detuvieron la prótesis y aplazaron la fecha de la cirugía.
El tumor seguiría ahí dos meses más, así que los médicos oncólogos me enviaron otra quimio más. Una más... ya no podía más, pero sólo era una más... Entonces pensé: "SÓLO UN POCO MÁS...AGUANTA"
Y así fue, en esos dos meses tenía que reponerme para aguantar la cirugía.
Eso hice, no pude despedir a mi pierna como me hubiera gustado. Pero pude reponerme y preparar mi cuerpo para lo que venía.
Así que tomé fotos de las cicatrices más sobresalientes de mi pierna. Aunque fui una niña tranquila tuve algunas experiencias y accidentes por jugar, era tranquila sí... pero disfrutaba de explorar, jugar, subir, bajar. Si tenían que amputar mi pierna entonces debería tener alguna evidencia de lo que mi pierna vivió.
Mi pierna me dio mucho más de lo que podemos pensar.
Mi pierna no sólo era un miembro más en mi cuerpo, con ella corrí, salté, patiné sobre ruedas y sobre hielo, trepé, anduve en bicicleta, nadé, bailé, de niña salté desde las alturas para tocar la tierra con mi pierna... con ella logré sentir.
Logré vivir.
Merecía una despedida.
Y eso tuvo, me despedí a mi modo.
Al día siguiente, 19 de febrero, estaba lista.
Mi familia habló conmigo y me ofrecieron su cariño y apoyo.
Depositaron su confianza en Dios y en los médicos.
Ocho largas horas para ellos.
Sólo veía lámparas camino al quirófano, la solución salina en mis manos.
Emocionada, deseando tanto que el tumor por fin saliera de mi.
Jamás pensé en la muerte.
- ¿Lista Rocio?
- Sí, hagan lo que tengan que hacer. No importa qué sea, pero quiten ese tumor de ahí.
Y la cirugía comenzó.
Ocho horas dormida, ocho horas para quitar un tumor, evitar cortar las arterias, colocar una prótesis, y después esperar...
Esperar para despertar.
No dudé, era una de esas decisiones que transforman tu vida. Esas decisiones que jamás olvidas. Yo debía firmar, estaba a unas semanas de cumplir 20 años. Yo decidía sobre mi cuerpo y mi salud. Un día antes de la cirugía.
No tuve oportunidad de despedirme de mi pierna. Dos meses antes había estado internada para mi cirugía. Pero en la aduana detuvieron la prótesis y aplazaron la fecha de la cirugía.
El tumor seguiría ahí dos meses más, así que los médicos oncólogos me enviaron otra quimio más. Una más... ya no podía más, pero sólo era una más... Entonces pensé: "SÓLO UN POCO MÁS...AGUANTA"
Y así fue, en esos dos meses tenía que reponerme para aguantar la cirugía.
Eso hice, no pude despedir a mi pierna como me hubiera gustado. Pero pude reponerme y preparar mi cuerpo para lo que venía.
Así que tomé fotos de las cicatrices más sobresalientes de mi pierna. Aunque fui una niña tranquila tuve algunas experiencias y accidentes por jugar, era tranquila sí... pero disfrutaba de explorar, jugar, subir, bajar. Si tenían que amputar mi pierna entonces debería tener alguna evidencia de lo que mi pierna vivió.
Mi pierna me dio mucho más de lo que podemos pensar.
Mi pierna no sólo era un miembro más en mi cuerpo, con ella corrí, salté, patiné sobre ruedas y sobre hielo, trepé, anduve en bicicleta, nadé, bailé, de niña salté desde las alturas para tocar la tierra con mi pierna... con ella logré sentir.
Logré vivir.
Merecía una despedida.
Y eso tuvo, me despedí a mi modo.
Al día siguiente, 19 de febrero, estaba lista.
Mi familia habló conmigo y me ofrecieron su cariño y apoyo.
Depositaron su confianza en Dios y en los médicos.
Ocho largas horas para ellos.
Sólo veía lámparas camino al quirófano, la solución salina en mis manos.
Emocionada, deseando tanto que el tumor por fin saliera de mi.
Jamás pensé en la muerte.
- ¿Lista Rocio?
- Sí, hagan lo que tengan que hacer. No importa qué sea, pero quiten ese tumor de ahí.
Y la cirugía comenzó.
Ocho horas dormida, ocho horas para quitar un tumor, evitar cortar las arterias, colocar una prótesis, y después esperar...
Esperar para despertar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario