sábado, 6 de mayo de 2017

Viviendo a contratiempo Tic-Toc...

¿Cuántas veces nuestro cuerpo grita hasta doler?.-

Dolor menstrual. Cada 28 días mi cuerpo grita.
Y no, esto no tiene que ser normal.
Después de 4 años de haber salido de mi historia con el cáncer Volúmen II... aun temo por cada estudio que me realizo, aun tengo presente cada sensación de angustia, preocupación y temor. Es como volver a reproducir el mismo cassette.  Pero, en el fondo sentía una luz que emanaba seguridad. 

Una luz que me decía "Tranquila, todo estará bien"
Y así era, esa reproducción de las mismas sensaciones significaban que cada momento lo revivía, como si mi cuerpo tuviera memoria propia. Mi mente lo entendía, entendía que todo estaría bien... Mi cuerpo no.

Llevo 9 años viviendo el cáncer conscientemente, va y viene. En esos 9 años he tenido algunos años sin cáncer, algunos años libres para ocupar mi energía, mi fuerza, mi determinación por cumplir aquello pendiente y por dejar ir lo que no podría continuar.


En estos últimos años volví a practicar lo que más me gusta: El deporte.

Descubrí que a pesar de amar voleibol, puedo sentirme feliz y en plenitud al lograr practicar otro deporte.


Remar me ha devuelto aquella sensación que vivía cuando jugaba voleibol, esa sensación de libertad, de expulsión de energía, de sentir cada pulso en mi cuerpo.



Poco a poco me integré a mis actividades profesionales, deportivas y sociales.

Poco a poco mis alas fueron cobrando fuerza para impulsarse hacia el resto de mi vida.


Pero pronto vendría una sacudida.



Después del cáncer aprendes a continuar en libertad y alerta.

Aprendes que entre tú y tu cuerpo hay un canal de comunicación. Mi cuerpo y yo tenemos una relación de por vida. 


No ha sido la mejor temporada desde que cerré el Volúmen II.

He tenido pérdidas, he vivido decepciones sentimentales, he depositado mi entera confianza en personas cuyas promesas se evaporaron.


Aprendí que un "Cuentas conmigo" puede desaparecer con la misma facilidad con la que aparece una persona tan ajena diciéndote "Hace tiempo que no te veo... ¡no desaparezcas así!".



Soy de esas personas que ofrece su total apoyo incondicional a quien necesita ser escuchado, acompañado, a quien le gustaría escuchar un "¡Vamos! ¡Házlo!"... Pero cuando mi vida se nubla, me alejo.



Con estos 9 años viviendo el cáncer tuve amistades que se alejaron y amistades que permanecieron.

Y ésta historia se repite... no todas las personas estarán contigo cuando más las necesitas. No todas cumplen su palabra.


¿Mi consejo? Nunca le ofrezcas tu apoyo a nadie. Simplemente házlo.



Sin embargo, durante éste tiempo han permanecido conmigo amistades que me sostienen de la mano, que a pesar de alejarme caminan sutilmente junto a mi extendiéndome siempre un cálido saludo, palabras de cariño y con bolígrafo en mano para continuar escribiendo nuestras historias.



He conocido compañeras de barco, quienes han vivido experiencias similares a la mía y con quienes he descubierto que los seres humanos tenemos un asombroso potencial de libertad y amor.



He aprendido que la vida es así.

Un vaivén. Algunos vuelven otros no. Y aunque duele, son heridas que en algún momento sanarán. 


En estos meses, pese a cada pérdida he continuado, han nacido nuevos proyectos profesionales que me mantienen con entusiasmo. Se han consolidado metas que me hacen sentir que lo que vivo es un sueño real.



Mi cuerpo lo he trabajado y preparado camino a Tokyo 2020. Ahí está mi futuro, un futuro que sé que de un momento a otro puede desaparecer o puede mantenerse quieto esperándome.



Entre pérdidas y caminos nuevos, entre miradas de fe, momentos de alegría y experiencias nuevas... un viejo amigo planea tocar mi puerta.



Un descuido consciente, una decisión aventurada me llevaría a asumir mi responsabilidad.



Detrás de cada experiencia que me ha transformado en estos meses... mi cuerpo levantaba la voz. Una voz que fue escuchada sin demora alguna.



Esa voz que pronto se convertiría en gritos de dolor y tensión. 

Dolores con los que no debemos vivir.


Con estos 9 años aprendí que mi cuerpo merece ser escuchado, y así fue.

Después de vuelta y vuelta, de estudios, revisiones, análisis y charlas médicas... Hoy observo a mi antiguo amigo acercarse nuevamente a mi vida.


- Practicas remo, ¿Verdad Rosy?

- Sí... ¿Es ésta la plática donde intentan mantenerme relajada?- Respondo mientras estoy recostada experimentando las molestias y esporádicos impulsos de dolor pélvico.


Pero el silencio se mantuvo mientras ambas Médicas observaban mi estado.



- Rosy, tendrás que dejar el remo por un tiempo. 

- Ok. Lo veía venir.- mientras dejo salir una sonrisa mezclada con un poco de desilusión.
- Rosy, no te angusties. Tu sistema inmune está débil, por ese motivo tus síntomas son más dolorosos. Pero tranquila, detectado a tiempo es tratable.


¡¡¡Puuuufff!!!

Las palabras mágicas.
Eso fue como un "¿Lo ves? Ahí viene, observa por la ventana cómo se acerca para tocar la puerta"


Mientras me quitaba la bata me observé frente al espejo.

Mi mamá estaba esperando en el consultorio mientras hacia preguntas y aclaraba sus dudas.


Entonces pensé "¿Por qué sigo siendo emocionalmente condescendiente con alguien que me ha dejado sola en tan malos momentos? Estoy aquí haciéndome cargo de mi vida, sostenida por mi familia, amigas y por mi misma."

Doblé la bata azul, me aseé, lavé mis manos, respiré profundo, me enderecé y salí del sanitario firme al consultorio.


Girando de nuevo, pensando los cambios tan drásticos que podemos experimentar. Sean esperados o no. Hace poco más de 24 horas había compartido con amistades mi próximo triunfo de acudir a mi clasificación y la posibilidad de competir a nivel internacional. 

Ahora, he recibido la indicación de abandonar -Una vez más- mi camino para atender mi cuerpo.


Estoy en los límites.

Mis lesiones están en un límite espacial y temporal. 
Mi estado de ánimo también está en el límite.
Mis proyectos profesionales -Nuevamente- están en aquel límite de despegar.
¡Vaya! El siguiente paso es iniciar la promoción de mi proyecto.


Mi fortaleza no está al límite, está ahí esperando que termine de sentirme molesta y esperando a que ejecute mis planes que, como en otras ocasiones, ya establecí justo después de "La consulta".



Ésa es mi virtud en momentos de desastre, tengo la capacidad de hacer a un lado mis sentimientos, mis terribles ganas de estallar en llanto... de mis incesantes ganas de romper muros y vajillas de porcelana.



He planificado lo que tengo que hacer.

Lo que tenemos que hacer.


Como siempre he dicho... en éstos temas mi cuerpo grita pero mi familia, amistades y yo apaciguamos su dolor.



No estoy en el mejor momento económico.

No estoy en el mejor momento emocional y sentimental.


Jamás estaré en el mejor momento para recibir al protagonista Volúmen I, Volúmen II... o Volúmen III



Según la consulta de hoy, tengo 30 días para evitar que toquen a mi puerta.

30 malditos días.



Sí... aún estoy molesta.

Aún quiero romper muros y vajillas de porcelana.
Aún quiero estallar en llanto.


Pero aún vivo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario