sábado, 20 de mayo de 2017

Carta de una Psicóloga

Fortalece tus alas y después...Vuela.

Queridos/as colegas, pacientes, familia,  amigos/as:


Hoy es un día en el que recibimos sus felicitaciones, algunas cálidas y otras con su agradable humor. Algunas felicitaciones provenientes de algún paciente agradecido, otras de colegas que han vivido experiencias que les hace crecer como profesionistas,  y otras más de amistades y familiares que han observado el amor que tenemos a nuestra profesión. 



 Y justamente hoy quiero contarte la vida de un/a psicólogo/a. 



El trabajo como psicóloga no es sencillo. Tampoco es una profesión superior a otras. Pero ésta,  en particular,  requiere un trabajo simultáneo. 



Desde pequeña descubrí que tengo la capacidad de escuchar sin juzgar.

De inspirar confianza en los demás proporcionándoles la calidez para escuchar aquello que les aqueja. Incluso descubrí mi interés por comprender la razón de ser.
A diferencia de mi quehacer como psicóloga... no siempre supe guardar silencio en los momentos que son necesarios.


Quiero pensar que eso es vocación. 



Sin embargo,  después de estudiar Psicología las cosas cambiaron un poco. Resultó que ser Psicóloga cambiaría la perspectiva sobre mi persona.



Actualmente, debo confesar que he ocultado mi profesión a cambio de no ser prejuzgada.  Me he dado cuenta de cierto temor a nuestro desarrollo profesional. Las personas han dejado de sentirse cómodas para conversar sobre si mismas.  Cuidan cada palabra que expresan. Y se muestran a la defensiva.



Ser psicóloga me ha llevado a momentos incómodos donde personas cercanas a mi anteponen mi profesión antes que mi persona.



Ahora debo cuidar mis palabras, deseo no escuchar algunas pláticas que terminen con un "¿Tú que opinas?" Una pregunta donde debo cuidar minuciosamente mi respuesta.



Una pregunta que antes de ser psicóloga podía responder sin ningún apuro. Pero ahora, cualquier palabra que responda será atribuida a mi quehacer profesional. 



- Lo dices porque eres psicóloga.- Responden en caso de que tu respuesta no sea de su agrado.



Entonces comienzo a notar que mi profesión es usada bajo un tono defensivo. Y efectivamente duele. Duele porque estás dejando de mirarme como persona.



Antes de ser psicóloga soy persona.

Y déjame decirte que en mi quehacer profesional no emito opiniones sobre la vida de la persona que está depositando su entera confianza. No juzgo, hago preguntas para comprender la razón de su actuar y pensar. No me coloco en una posición superior a la otra persona... me coloco a su lado. Dejo mis angustias, miedos, alegrías,  tristezas... dejo mis conflictos fuera de la sesión para poder brindar una guía limpia y centrada en la persona que más importa en ese consultorio: el paciente.


Al salir de sesión vuelvo a tomar mi vida en mis manos. Y dejo mi tarea como terapeuta.

A reserva de la opinión de las personas que han sido mis pacientes.... considero que mi ejercicio como terapeuta no les resultó invasivo ni ofensivo. Entonces, ¿Por qué utilizar mi profesión como ofensa?


Cualquier atención que tenga hacia ti, cualquier interés hacia tu vida es por el simple hecho de que te veo como alguien a quien quiero, porque quiero que nos acompañemos en la vida, porque quiero compartir tu vida y mi vida contigo. Y ten por seguro que al convivir contigo lo hago como persona y no como psicóloga.  



Con un paciente dedico esos minutos de sesión para escucharle y comprender su historia para poder entender lo que le aqueja y así convertirme en su espejo. Un espejo donde él mismo descubrirá aquello que necesite observar para identificar los cambios que necesita realizar. Durante las sesiones él mismo irá paso a paso para alcanzar la meta que él mismo se ha establecido. 



Que cuál es mi labor?, mi labor es mostrarle los caminos que tiene frente a él,  con la enseñanza educativa que tuve podré mostrarle el mapa de su vida en función de aquello que me ha confiado. Podré enseñarle formas de caminar y él eligirá la adecuada.



Ser psicóloga no es fácil,  no me verás utilizando bisturís,  ni haciendo alguna tarea de fuerza física que te deje el cuerpo agotado, no me verás cansada de estar parada o caminando de un lado a otro.



Quizás me veas horas sentada, algunas veces callada y otras veces conversando.



Mi tarea como psicóloga en el ambiente terapéutico implica aprender a desconectarme de mis propios conflictos sean cuales sean, para lograr enfocarme en la compleja vida de alguien más. Implica captar los puntos claves que promueven el malestar del paciente, enseñarle al paciente métodos accesibles para usarlos en su vida cotidiana y que éstos le permitan generar los cambios que desee. Implica buscar múltiples formas, tareas, preguntas, dinámicas y autoreflexiones según la forma de ser de cada paciente.



Y todo éste trabajo terapéutico no lo hago con mis amistades,  colegas y familiares. Porque con ellos comparto mis miedos, mis alegrías,  mi ser. Con ellos lloro sus penas y las mías. 


Amigos y familiares... no quiero "psicoanalizarte", no quiero que sientas mis opiniones como invasión o que las escuches con un tono de superioridad. 


Reconozco que mis opiniones se desbordan. Mi educación profesional desarrolló ese impulso de observar las diferentes opciones de caminos que tienes frente ti.



Y te pido que comprendas que cada día lucho en mi interior para contener esas opiniones que te hacen sentir incómodo.  



Así como me cuesta trabajo dejar mi vida fuera de una sesión terapéutica.... También me cuesta trabajo dejar mi labor terapéutica fuera de mi vida.



Es una profesión humana que trabaja con emociones y conducta. Y es ahí donde reside nuestro gran esfuerzo del día a día. 



Hoy, en el día del Psicólogo/a Me gustaría que nos conocieran un poco más.  Que se adentraran al mundo del Ser psicólogo/a. 



Asiste a terapia. 

Así lograrás notar la diferencia entre ser psicóloga y ser tu amiga/hija/hermana/pareja.


Con Cariño, 

Ro.

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