domingo, 28 de mayo de 2017

Ser Mujer no debería doler.


Un Té es un gesto de cariño y cuidado.
La automedicación No.
¿Cuánto tiempo llevas soportando mes con mes éstos terribles dolores menstruales?
¿Tienes tu botiquín preparado para los cólicos menstruales con Metamizol sódico, Ibuprofeno y Ketorolaco?.- La visita al Ginecólogo no debe esperar más.

Otro mes de dolores insoportables, cólicos que paralizan mi actividad del día, mareos, taquicardia, pesadez en las piernas, cansancio.... y además cambios de humor.


Desde hace meses los dolores han sido, literalmente, insoportables. Automedicarme ha sido un acto irresponsable de mi parte. Con ello he logrado que mi umbral de dolor sea cada vez más alto, por lo tanto los efectos del medicamento que consumo ya no son los mismos.



Mi cuerpo grita y yo lo callo. Y ésta no ha sido la manera de demostrarle mi respeto y cariño. El dolor es un grito del cuerpo que nos lleva a prestar atención de aquello que en silencio va creciendo dentro de nosotros.


Cada cambio en nuestro cuerpo debe ser atendido, debemos prestar atención.


El dolor en la menstruación es un síntoma. Y cuando el síntoma aumenta de intensidad significa que las cosas no van bien. Y la visita al médico no debe esperar.


Hace unas semanas acudí al Ginecólogo. El diagnóstico fue 'probable' dismenorrea y VPH (Virus de Papiloma Humano). Las lesiones que detectaron son tratables mediante dos tipos de cirugía. Ambas con un lapso de recuperación de tres a cuatro semanas, todo dependiendo del grado de las lesiones. Después de la cirugía realizarán una biopsia. La finalidad de la biopsia es comprobar la naturaleza de las células (cancerígenas o no cancerígenas). Y posteriormente chequeos continuos con estudios de colposcopia. Al principio deberá realizarse cada tres meses, después cada seis meses y más adelante cada año.


Sin embargo, mi sistema inmune es débil por haber padecido cáncer en dos ocasiones. Así que, la cirugía debería realizarse antes de 30 días. En 30 días, aproximadamente, éste tipo de lesiones (considerando el funcionamiento de mi sistema inmune) puede propagarse a otras zonas de la matriz y por lo tanto el tratamiento podría ser un poco más invasivo, además de tener el riesgo potencial de un diagnóstico más: Cáncer cérvico-uterino.


Llevo 22 días.

Para mi siguiente cita llevaré 26 días.
Y en ésta cita se realizarán los protocolos adecuados para agendar mi cirugía.
De pronto, los 30 días pasarán.


Entonces, aquel grito de atención generado por el dolor cobra sentido ¿No?


Acudir al médico no evitará escuchar los diagnósticos a los que tanto tememos. El objetivo de acudir al médico es para detectar a tiempo y tener el mejor pronóstico a nuestra salud. Así como mejorar nuestra calidad de vida.


¿Por qué vivir con dolor?
Saca al dolor de tu vida.

Una querida amiga me dijo hace poco: "Atiéndete... Cuídate. Ámate"
Los mismo te digo a ti.

sábado, 20 de mayo de 2017

Carta de una Psicóloga

Fortalece tus alas y después...Vuela.

Queridos/as colegas, pacientes, familia,  amigos/as:


Hoy es un día en el que recibimos sus felicitaciones, algunas cálidas y otras con su agradable humor. Algunas felicitaciones provenientes de algún paciente agradecido, otras de colegas que han vivido experiencias que les hace crecer como profesionistas,  y otras más de amistades y familiares que han observado el amor que tenemos a nuestra profesión. 



 Y justamente hoy quiero contarte la vida de un/a psicólogo/a. 



El trabajo como psicóloga no es sencillo. Tampoco es una profesión superior a otras. Pero ésta,  en particular,  requiere un trabajo simultáneo. 



Desde pequeña descubrí que tengo la capacidad de escuchar sin juzgar.

De inspirar confianza en los demás proporcionándoles la calidez para escuchar aquello que les aqueja. Incluso descubrí mi interés por comprender la razón de ser.
A diferencia de mi quehacer como psicóloga... no siempre supe guardar silencio en los momentos que son necesarios.


Quiero pensar que eso es vocación. 



Sin embargo,  después de estudiar Psicología las cosas cambiaron un poco. Resultó que ser Psicóloga cambiaría la perspectiva sobre mi persona.



Actualmente, debo confesar que he ocultado mi profesión a cambio de no ser prejuzgada.  Me he dado cuenta de cierto temor a nuestro desarrollo profesional. Las personas han dejado de sentirse cómodas para conversar sobre si mismas.  Cuidan cada palabra que expresan. Y se muestran a la defensiva.



Ser psicóloga me ha llevado a momentos incómodos donde personas cercanas a mi anteponen mi profesión antes que mi persona.



Ahora debo cuidar mis palabras, deseo no escuchar algunas pláticas que terminen con un "¿Tú que opinas?" Una pregunta donde debo cuidar minuciosamente mi respuesta.



Una pregunta que antes de ser psicóloga podía responder sin ningún apuro. Pero ahora, cualquier palabra que responda será atribuida a mi quehacer profesional. 



- Lo dices porque eres psicóloga.- Responden en caso de que tu respuesta no sea de su agrado.



Entonces comienzo a notar que mi profesión es usada bajo un tono defensivo. Y efectivamente duele. Duele porque estás dejando de mirarme como persona.



Antes de ser psicóloga soy persona.

Y déjame decirte que en mi quehacer profesional no emito opiniones sobre la vida de la persona que está depositando su entera confianza. No juzgo, hago preguntas para comprender la razón de su actuar y pensar. No me coloco en una posición superior a la otra persona... me coloco a su lado. Dejo mis angustias, miedos, alegrías,  tristezas... dejo mis conflictos fuera de la sesión para poder brindar una guía limpia y centrada en la persona que más importa en ese consultorio: el paciente.


Al salir de sesión vuelvo a tomar mi vida en mis manos. Y dejo mi tarea como terapeuta.

A reserva de la opinión de las personas que han sido mis pacientes.... considero que mi ejercicio como terapeuta no les resultó invasivo ni ofensivo. Entonces, ¿Por qué utilizar mi profesión como ofensa?


Cualquier atención que tenga hacia ti, cualquier interés hacia tu vida es por el simple hecho de que te veo como alguien a quien quiero, porque quiero que nos acompañemos en la vida, porque quiero compartir tu vida y mi vida contigo. Y ten por seguro que al convivir contigo lo hago como persona y no como psicóloga.  



Con un paciente dedico esos minutos de sesión para escucharle y comprender su historia para poder entender lo que le aqueja y así convertirme en su espejo. Un espejo donde él mismo descubrirá aquello que necesite observar para identificar los cambios que necesita realizar. Durante las sesiones él mismo irá paso a paso para alcanzar la meta que él mismo se ha establecido. 



Que cuál es mi labor?, mi labor es mostrarle los caminos que tiene frente a él,  con la enseñanza educativa que tuve podré mostrarle el mapa de su vida en función de aquello que me ha confiado. Podré enseñarle formas de caminar y él eligirá la adecuada.



Ser psicóloga no es fácil,  no me verás utilizando bisturís,  ni haciendo alguna tarea de fuerza física que te deje el cuerpo agotado, no me verás cansada de estar parada o caminando de un lado a otro.



Quizás me veas horas sentada, algunas veces callada y otras veces conversando.



Mi tarea como psicóloga en el ambiente terapéutico implica aprender a desconectarme de mis propios conflictos sean cuales sean, para lograr enfocarme en la compleja vida de alguien más. Implica captar los puntos claves que promueven el malestar del paciente, enseñarle al paciente métodos accesibles para usarlos en su vida cotidiana y que éstos le permitan generar los cambios que desee. Implica buscar múltiples formas, tareas, preguntas, dinámicas y autoreflexiones según la forma de ser de cada paciente.



Y todo éste trabajo terapéutico no lo hago con mis amistades,  colegas y familiares. Porque con ellos comparto mis miedos, mis alegrías,  mi ser. Con ellos lloro sus penas y las mías. 


Amigos y familiares... no quiero "psicoanalizarte", no quiero que sientas mis opiniones como invasión o que las escuches con un tono de superioridad. 


Reconozco que mis opiniones se desbordan. Mi educación profesional desarrolló ese impulso de observar las diferentes opciones de caminos que tienes frente ti.



Y te pido que comprendas que cada día lucho en mi interior para contener esas opiniones que te hacen sentir incómodo.  



Así como me cuesta trabajo dejar mi vida fuera de una sesión terapéutica.... También me cuesta trabajo dejar mi labor terapéutica fuera de mi vida.



Es una profesión humana que trabaja con emociones y conducta. Y es ahí donde reside nuestro gran esfuerzo del día a día. 



Hoy, en el día del Psicólogo/a Me gustaría que nos conocieran un poco más.  Que se adentraran al mundo del Ser psicólogo/a. 



Asiste a terapia. 

Así lograrás notar la diferencia entre ser psicóloga y ser tu amiga/hija/hermana/pareja.


Con Cariño, 

Ro.

sábado, 6 de mayo de 2017

Viviendo a contratiempo Tic-Toc...

¿Cuántas veces nuestro cuerpo grita hasta doler?.-

Dolor menstrual. Cada 28 días mi cuerpo grita.
Y no, esto no tiene que ser normal.
Después de 4 años de haber salido de mi historia con el cáncer Volúmen II... aun temo por cada estudio que me realizo, aun tengo presente cada sensación de angustia, preocupación y temor. Es como volver a reproducir el mismo cassette.  Pero, en el fondo sentía una luz que emanaba seguridad. 

Una luz que me decía "Tranquila, todo estará bien"
Y así era, esa reproducción de las mismas sensaciones significaban que cada momento lo revivía, como si mi cuerpo tuviera memoria propia. Mi mente lo entendía, entendía que todo estaría bien... Mi cuerpo no.

Llevo 9 años viviendo el cáncer conscientemente, va y viene. En esos 9 años he tenido algunos años sin cáncer, algunos años libres para ocupar mi energía, mi fuerza, mi determinación por cumplir aquello pendiente y por dejar ir lo que no podría continuar.


En estos últimos años volví a practicar lo que más me gusta: El deporte.

Descubrí que a pesar de amar voleibol, puedo sentirme feliz y en plenitud al lograr practicar otro deporte.


Remar me ha devuelto aquella sensación que vivía cuando jugaba voleibol, esa sensación de libertad, de expulsión de energía, de sentir cada pulso en mi cuerpo.



Poco a poco me integré a mis actividades profesionales, deportivas y sociales.

Poco a poco mis alas fueron cobrando fuerza para impulsarse hacia el resto de mi vida.


Pero pronto vendría una sacudida.



Después del cáncer aprendes a continuar en libertad y alerta.

Aprendes que entre tú y tu cuerpo hay un canal de comunicación. Mi cuerpo y yo tenemos una relación de por vida. 


No ha sido la mejor temporada desde que cerré el Volúmen II.

He tenido pérdidas, he vivido decepciones sentimentales, he depositado mi entera confianza en personas cuyas promesas se evaporaron.


Aprendí que un "Cuentas conmigo" puede desaparecer con la misma facilidad con la que aparece una persona tan ajena diciéndote "Hace tiempo que no te veo... ¡no desaparezcas así!".



Soy de esas personas que ofrece su total apoyo incondicional a quien necesita ser escuchado, acompañado, a quien le gustaría escuchar un "¡Vamos! ¡Házlo!"... Pero cuando mi vida se nubla, me alejo.



Con estos 9 años viviendo el cáncer tuve amistades que se alejaron y amistades que permanecieron.

Y ésta historia se repite... no todas las personas estarán contigo cuando más las necesitas. No todas cumplen su palabra.


¿Mi consejo? Nunca le ofrezcas tu apoyo a nadie. Simplemente házlo.



Sin embargo, durante éste tiempo han permanecido conmigo amistades que me sostienen de la mano, que a pesar de alejarme caminan sutilmente junto a mi extendiéndome siempre un cálido saludo, palabras de cariño y con bolígrafo en mano para continuar escribiendo nuestras historias.



He conocido compañeras de barco, quienes han vivido experiencias similares a la mía y con quienes he descubierto que los seres humanos tenemos un asombroso potencial de libertad y amor.



He aprendido que la vida es así.

Un vaivén. Algunos vuelven otros no. Y aunque duele, son heridas que en algún momento sanarán. 


En estos meses, pese a cada pérdida he continuado, han nacido nuevos proyectos profesionales que me mantienen con entusiasmo. Se han consolidado metas que me hacen sentir que lo que vivo es un sueño real.



Mi cuerpo lo he trabajado y preparado camino a Tokyo 2020. Ahí está mi futuro, un futuro que sé que de un momento a otro puede desaparecer o puede mantenerse quieto esperándome.



Entre pérdidas y caminos nuevos, entre miradas de fe, momentos de alegría y experiencias nuevas... un viejo amigo planea tocar mi puerta.



Un descuido consciente, una decisión aventurada me llevaría a asumir mi responsabilidad.



Detrás de cada experiencia que me ha transformado en estos meses... mi cuerpo levantaba la voz. Una voz que fue escuchada sin demora alguna.



Esa voz que pronto se convertiría en gritos de dolor y tensión. 

Dolores con los que no debemos vivir.


Con estos 9 años aprendí que mi cuerpo merece ser escuchado, y así fue.

Después de vuelta y vuelta, de estudios, revisiones, análisis y charlas médicas... Hoy observo a mi antiguo amigo acercarse nuevamente a mi vida.


- Practicas remo, ¿Verdad Rosy?

- Sí... ¿Es ésta la plática donde intentan mantenerme relajada?- Respondo mientras estoy recostada experimentando las molestias y esporádicos impulsos de dolor pélvico.


Pero el silencio se mantuvo mientras ambas Médicas observaban mi estado.



- Rosy, tendrás que dejar el remo por un tiempo. 

- Ok. Lo veía venir.- mientras dejo salir una sonrisa mezclada con un poco de desilusión.
- Rosy, no te angusties. Tu sistema inmune está débil, por ese motivo tus síntomas son más dolorosos. Pero tranquila, detectado a tiempo es tratable.


¡¡¡Puuuufff!!!

Las palabras mágicas.
Eso fue como un "¿Lo ves? Ahí viene, observa por la ventana cómo se acerca para tocar la puerta"


Mientras me quitaba la bata me observé frente al espejo.

Mi mamá estaba esperando en el consultorio mientras hacia preguntas y aclaraba sus dudas.


Entonces pensé "¿Por qué sigo siendo emocionalmente condescendiente con alguien que me ha dejado sola en tan malos momentos? Estoy aquí haciéndome cargo de mi vida, sostenida por mi familia, amigas y por mi misma."

Doblé la bata azul, me aseé, lavé mis manos, respiré profundo, me enderecé y salí del sanitario firme al consultorio.


Girando de nuevo, pensando los cambios tan drásticos que podemos experimentar. Sean esperados o no. Hace poco más de 24 horas había compartido con amistades mi próximo triunfo de acudir a mi clasificación y la posibilidad de competir a nivel internacional. 

Ahora, he recibido la indicación de abandonar -Una vez más- mi camino para atender mi cuerpo.


Estoy en los límites.

Mis lesiones están en un límite espacial y temporal. 
Mi estado de ánimo también está en el límite.
Mis proyectos profesionales -Nuevamente- están en aquel límite de despegar.
¡Vaya! El siguiente paso es iniciar la promoción de mi proyecto.


Mi fortaleza no está al límite, está ahí esperando que termine de sentirme molesta y esperando a que ejecute mis planes que, como en otras ocasiones, ya establecí justo después de "La consulta".



Ésa es mi virtud en momentos de desastre, tengo la capacidad de hacer a un lado mis sentimientos, mis terribles ganas de estallar en llanto... de mis incesantes ganas de romper muros y vajillas de porcelana.



He planificado lo que tengo que hacer.

Lo que tenemos que hacer.


Como siempre he dicho... en éstos temas mi cuerpo grita pero mi familia, amistades y yo apaciguamos su dolor.



No estoy en el mejor momento económico.

No estoy en el mejor momento emocional y sentimental.


Jamás estaré en el mejor momento para recibir al protagonista Volúmen I, Volúmen II... o Volúmen III



Según la consulta de hoy, tengo 30 días para evitar que toquen a mi puerta.

30 malditos días.



Sí... aún estoy molesta.

Aún quiero romper muros y vajillas de porcelana.
Aún quiero estallar en llanto.


Pero aún vivo.

martes, 2 de mayo de 2017

Detrás de la metástasis

El cáncer no te quita la vida.
Imagen tomada de Internet
Durante el primer cáncer todo fue nuevo para mi. Pero después de un tiempo el hospital se convirtió en hogar, cada pasillo, cada habitación, cada sala de espera e incluso las relaciones con enfermeras, camilleros, médicos, y las personas que iban y venían formaron parte de mi estadía.

Aprendí a disfrutar de una charla, de un consejo y de la compañía de completos desconocidos unidos por el cáncer. De alguna manera, al conversar parecía que teníamos una historia juntos. Incluso, al despedirnos estaba esa sensación de que nuestro lazo jamás se rompería.

Albert Espinosa en "El mundo Amarillo" nos llama Amarillos
Éste peculiar vínculo entre pacientes, personal de salud, familiares y amigos del paciente, es un vínculo que difícilmente puedes establecer con personas ajenas a éste mundo.

Pese al miedo a lo desconocido resulté adaptarme muy rápido a mi nuevo ambiente.
Estaba de un hospital a otro, de una sala a otra, de un médico a otro, de un piso a otro.

Vaya...Podríamos convertirnos en Guías turísticos de cada hospital, sería algo como:


- ¡Hola! Buen día, ¿Vas a Oncomédica?... Ven por aquí, puedes entregar tus documentos en control (Sonríe a las señoritas... eso hará que su rostro se suavice un poco), tardarán al menos una hora en llamarte, puedes esperar en aquellas banquitas junto a las plantas. Tienes más luz y el Mosaico de Mariposas brillará en su máximo esplendor aproximadamente a las 12hrs. No te pierdas el espectáculo.Por aquí puedes solicitar un juego de mesa e invitar al vecino...¡Hola vecino!
En estas bancas de madera estarás más cómodo/a. Presta atención a la hora, cuando llegue el momento podrás acercarte a los consultorios y podrás entrar a tu consulta.
Si quieres ir al sanitario te recomiendo los que están junto al laboratorio en primer piso, están más aseados y casi no hay personas.
Por cierto, las personas que te acompañan en la sala de espera siempre son buenas conversadoras... ¡hay historias que te encantará escuchar!

Después de un tiempo puedes adaptarte a lo nuevo, a aquello que anteriormente era tan desconocido. El hospital se convierte en tu segundo hogar, internalizas cada rincón y cada forma de vida. 
Pero, adaptarte a lo desconocido, a tu nueva forma de vida no significa que disfrutes tener cáncer. En lo personal, y creo que la mayoría estará de acuerdo conmigo...Jamás lo disfrutaré, tener cáncer no es una experiencia que quisiera volver a vivir.

El cáncer te coloca en una situación donde te das cuenta que no puedes controlar cada situación o cada evento. Curiosamente, cuando aceptas ésta condición puedes sentir una sensación de Libertad. Y son éstos detalles y otros más que aprendimos a través de ésta experiencia.

Pero, cuando todo termina, cuando inicias el período de remisión vuelve esa sensación del miedo a lo desconocido. 

Parece tan ambiguo. Estás feliz porque aquel episodio terminó, ya no más quimios, ya no más dolor, ya no más cansancio... ahora estás tan viva y tan feliz.

Pero...¿Qué es ésta sensación?

Detrás de todo ese éxtasis, de toda esa felicidad hay algo que está.
Oculto, jugando a las escondidas tal vez. Pero lo sientes.

Lo vez y te inquieta, en momentos la felicidad te distrae y puedes ignorarlo, pero en aquellos momentos de silencio donde tu mente repasa tu pasado y se asombra de todo lo grandioso que estás viviendo... aparece ese pensamiento.

"El cáncer no es curable... puede volver"

De pronto éste pensamiento te detiene el corazón por milésimas de segundos.
Te congela la respiración y te inunda esa sensación de miedo.

Esa misma sensación cuando entraste al mundo del cáncer. Ese miedo a lo desconocido.
Y ahora que conoces de qué se trata el cáncer, el miedo a lo conocido también se hace presente.

Por supuesto que el tratamiento y las cirugías te dejaron un mal sabor de boca...Literalmente.
Aquellos momentos de verte al espejo y no reconocerte. Cuando día a día notabas los cambios en tu cuerpo. Consumiéndote por el cáncer o por el tratamiento, cualquiera de las dos opciones o ambas te estaban matado.

Volver a esto no es una opción que estamos dispuestas y dispuestos a considerar. Pero sabemos que puede pasar.

Lo que no sabemos es cómo será, qué pasará, no sabemos qué tan grave será. Si ha ocurrido una vez, damos por hecho que la segunda vez será peor. Y esto nos aterra.
Por ello es desconocido, además de el significado que atribuimos a la metástasis como tal... tenemos el temor a aquello que no conocemos aún.

Y entonces, esa felicidad o esa euforia comienzan a compartir momentos del día con el miedo, la tristeza, el enojo... y poco a poco conoceremos la angustia por el futuro, la obsesión por saber que estamos saludables. Nos convertimos en personas hipersensibles a cada cambio que ocurra en nuestro cuerpo, y al momento de detectarlo ¡No pensamos ni racionalizamos! Inmediatamente asumimos que se trata de algo anormal. Nos estresamos, nos angustiamos y queremos respuestas inmediatas.

Poco a poco se convierte en un estilo de vida. Existirán momentos de angustia y miedo entremezclados con euforia y felicidad. ¿Que estilo de vida vamos a tener?

Cuando recibí la noticia de Metástasis pulmonar todo se aclaró, cada sensación halló su lugar.

Si bien, no fue una noticia agradable pero de alguna manera me tranquilizó.
Suena absurdo si lo lees, pero así fue.

Tenía semanas con esa angustia, nerviosismo, preocupación, miedo e incluso tristeza.
Y cuando escuché el diagnóstico me tranquilicé.
Y entonces lo entendí. Y aunque disfrutaba de mi vida, estaba obsesionada... esos momentos que iban y venían, nublaban mi vida.

Entonces pensé "¿Necesito escuchar que tengo metástasis para poder vivir tranquila?"

¿En verdad necesitamos eso?
Por supuesto que no es necesario, pero tampoco podemos continuar nuestra vida con esas sensaciones y sentimientos día a día. Sentimientos que, además, ocultamos.
¿Por qué? Porque al mostrarlos creemos que no es válido.

Sin embargo, experimentarlos no significa que no estamos disfrutando de nuestra vida, tampoco significa que no aprendimos a valorarla.

Significa que tuvimos cáncer.